MINAMATA: UNA RESPUESTA GLOBAL A LA AMENAZA DEL MERCURIO

  • Durante la década del ’50, la ciudad de Minamata, Japón, fue víctima del mayor caso de envenenamiento por mercurio.
  • Alarmados por sus efectos, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente inició en 2009 el proceso de negociación para la elaboración de un acuerdo internacional vinculante sobre la materia.
  • En octubre de 2013 se adoptó el Convenio de Minamata sobre Mercurio. El Convenio aborda de manera integral todas las etapas del ciclo de vida del metal.
  • Para que el Convenio entre en vigor, se precisa la ratificación de 50 de las Partes. Hasta el presente, lo han firmado 128 países y 38 lo han ratificado. En Argentina todavía falta la aprobación de la Cámara de Diputados.

Por Ana Norkus*

Durante la década del ’50, la ciudad de Minamata, Japón, fue víctima del mayor caso de envenenamiento por mercurio, un metal pesado altamente tóxico. La población comenzó a experimentar inesperadamente síntomas graves relacionados a la afectación del sistema nervioso: falta de coordinación en el movimiento de las partes del cuerpo, alteración sensorial en manos y pies, deterioro de los sentidos de la vista y el oído y parálisis.

No fue hasta el año 1968 que el gobierno japonés admitió oficialmente que la causa de la enfermedad de Minamata tenía su origen en la ingesta de pescados contaminados con mercurio, producto de los vertidos de la empresa petroquímica Chisso en la bahía de la ciudad y el Mar Shiranui. Se calcula que la empresa vertió en total 81 toneladas de mercurio. Las cifras del Ministerio de Ambiente japonés son determinantes: hasta finales de mayo de 2013 el número total de personas afectadas fue de 2.977, con una tasa de mortalidad del 78%[1].

Alarmados por los efectos altamente nocivos del mercurio en el ambiente y en la salud humana, el Consejo de Administración del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) inició en 2009 el proceso de negociación para la elaboración de un acuerdo internacional vinculante sobre la materia. En octubre de 2013 se adoptó el Convenio de Minamata sobre Mercurio, en la ciudad homónima, con el objetivo de proteger la salud humana y el medio ambiente de las emisiones y liberaciones antropógenas de mercurio y sus compuestos.

La estructura del Convenio aborda de manera integral todas las etapas del ciclo de vida del mercurio, desde su generación hasta la disposición final de sus residuos, y cuáles serán los compromisos que los Estados asumirán para cada caso en miras a reducir y eliminar su uso.

Por ejemplo, con respecto a los productos con mercurio añadido se establece la prohibición para el año 2020 de fabricación, importación y exportación de: baterías, lámparas fluorescentes compactas y lineales[2], plaguicidas y aparatos de medición como barómetros y termómetros.

En el año 2010, la región de América Latina y el Caribe consumió el 10% del mercurio utilizado a nivel mundial, equivalente a 147 toneladas[3], siendo las aplicaciones dentales y los aparatos de medición los más solicitados[4].

Otro punto importante del Convenio es aquel referido al control de las emisiones de mercurio a la atmósfera, con la meta puesta en el tratamiento de las fuentes pertinentes que corresponden, entre otras, a las centrales eléctricas de carbón, plantas de incineración de residuos, calderas industriales de carbón y fábricas de cemento clínker.

Para ello, las Partes adoptarán medidas para controlar sus emisiones mediante la elaboración de un Plan Nacional a presentar en cuatro años desde la entrada en vigor del instrumento. En el caso de las ‘nuevas fuentes’, las Partes deberán exigir el uso de las Mejores Técnicas Disponibles y las Mejores Prácticas Ambientales para su control y reducción. Además, se establece un plazo de 5 años desde la entrada en vigor para elaborar un inventario de emisiones.

Más del 70% de las emisiones de mercurio en América Latina y el Caribe corresponden a la extracción de oro artesanal y en pequeña escala[5], para lo cual el Convenio también prevé que las Partes adopten medidas para su reducción y, de acuerdo a la viabilidad, la eliminación de dichas actividades. Esta actividad es particularmente preponderante en la región, sobre todo en países como Colombia, Bolivia, Ecuador y Venezuela.

Los países de América Latina y el Caribe han tenido un protagonismo importante en la elaboración del texto del Convenio y las negociaciones, y muchos de ellos ya poseen programas nacionales para la erradicación del mercurio en sus actividades productivas, por ejemplo Brasil a través del Proyecto Global sobre Mercurio y el Plan Cero Mercurio en Ecuador.

Por último, es importante mencionar que el Convenio adopta el concepto de manejo ambientalmente racional de desechos con mercurio, sobre la base de las directrices del Convenio de Basilea. En este aspecto, Argentina no solo ha trabajado con apoyo técnico de la División de Tecnología, Industria y Economía del PNUMA para la mejora en la gestión de residuos en la industria cloro-álcali. Al respecto INTI también elaboró su proyecto sobre ‘Minimización y Manejo Ambientalmente Seguro de los desechos que contienen mercurio en las plantas de cloro álcali en Argentina’, en cooperación con el Centro Coordinador Regional del Convenio de Basilea para América Latina y el Caribe.

Para que el Convenio entre en vigor, se precisa la ratificación de 50 de las Partes. Hasta el presente, lo han firmado 128 países y 38 lo han ratificado, 10 de los cuales  son de América Latina y el Caribe[6]. En nuestro país, el Senado dio media sanción al proyecto de ley que aprueba el Convenio de Minamata en noviembre del año pasado, quedando ahora a la espera de tratamiento en la Cámara de Diputados. Aquí ya ha sido dictaminado favorablemente en la comisión de Relaciones Exteriores y Culto y resta hacer lo propio por la comisión de Recursos Naturales, para que pueda ser debatido en recinto.

Si bien representa un gran desafío para nuestro país, la ratificación del Convenio de Minamata abre las puertas hacia la cooperación técnica, financiera y tecnológica, tanto regional como internacional, para continuar fortaleciendo el compromiso argentino para hacer frente a los riesgos que representa el mercurio en la salud humana y el ambiente.

* Lic. en Relaciones Internacionales, asesora en la Cámara de Diputados de la Nación.

[1] Datos extraídos del Informe ‘El Convenio de Minamata sobre el Mercurio y su implementación en la región de América Latina y el Caribe’ , PNUMA y Centro Coordinador Convenio Basilea y Centro Regional Convenio de Estocolmo para ALC

[2] En el caso de las lámparas, se establecen determinados límites de contenido de mercurio para cada caso.

[3] Datos extraídos del Informe ‘El Convenio de Minamata sobre el Mercurio y su implementación en la región de América Latina y el Caribe’ , PNUMA y Centro Coordinador Convenio Basilea y Centro Regional Convenio de Estocolmo para ALC

[4] Desde el 2008 Argentina es parte del Proyecto Mundial sobre Residuos Sanitarios, promovido por el PNUD, la OMS y la coalición Salud Sin Daño, con el objetivo de mejorar la gestión de los residuos sanitarios y reducir al mínimo la liberación de mercurio al ambiente. El Hospital Rivadavia lleva adelante una campaña de reemplazo de termómetros de mercurio por digitales.

[5] Datos extraídos del Informe ‘El Convenio de Minamata sobre el Mercurio y su implementación en la región de América Latina y el Carine’ , PNUMA y Centro Coordinador Convenio Basilea y Centro Regional Convenio de Estocolmo para ALC

[6] Fuente: Página oficial del Convenio de Minamata; http://www.mercuryconvention.org/Countries/tabid/3428/Default.aspx. Los países que ratificaron son: Antigua y Barbuda, Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Guyana, México, Nicaragua, Panamá, Perú y Uruguay.

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