- El flamante presidente de los Estados Unidos atacó durante toda la campaña el Acuerdo de París de la COP21 y calificó de “broma” el cambio climático.
- El acuerdo, que entró en vigencia de manera oficial hace una semana, fue suscripto por China y Estados Unidos, los dos mayores generadores de gases de efecto invernadero.
- Un retroceso de Norteamérica minaría el acuerdo y agravaría aún más las consecuencias para el clima.
Por Gustavo Stancanelli
“Cuando tome posesión del cargo, emitiré una moratoria temporal para cancelar los acuerdos sobre medioambiente de la convención de París y retiraré todos los fondos que aporta Estados Unidos para las Naciones Unidas, que tengan que ver con el cambio climático”.
Esas palabras dichas en mayo pasado por Donald Trump, entonces reciente candidato oficial por el Partido Republicano y hoy presidente electo de Estados Unidos, cobran hoy otro valor y generan más de un interrogante con respecto a los objetivos propuestos en la cumbre parisina y luego ratificados por la mayoría de los miembros de la ONU, incluidos los dos más grandotes y contaminantes del planeta, Norteamérica y China.
A fines de abril de este año casi 200 países firmaron en París el acuerdo sobre el clima que se alcanzó en la COP21, en diciembre del año pasado. Allí se estableció el compromiso de no permitir que la temperatura media del planeta aumente 2 o más grados centígrados hasta el próximo siglo, en comparación con los niveles anteriores a la revolución industrial. La historia continua en Marruecos, durante la COP22, donde por estos días están comenzando las reuniones técnicas y políticas, para implementar el acuerdo que entró en vigor el 4 de noviembre.
La victoria del candidato republicano Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, que hizo campaña enarbolando las banderas del racismo, la misoginia y el negacionismo climático, llegó a afirmar que el cambio climático es “una broma”, pone de relieve lo que significó, ocho años atrás, la llegada al poder de Barack Obama. Pero al principal legado de su administración, los compromisos asumidos para reducir emisiones tras la rúbrica del Acuerdo de París, el ascenso de Trump los coloca en un cono de dudas que inquieta a buena parte del planeta.
Ségolène Royal, la ministra de Ecología de Francia, declaró apenas conocida la victoria de Trump que el flamante jefe de Estado no puede impedir que el Acuerdo de París entre en vigor, porque una de sus cláusulas establece que durante los primeros tres años no se puede salir.
Si las metas establecidas no se cumplen la única certeza es que las consecuencias humanitarias de más calentamiento global serán muy graves para todos, pero sobre todo para las personas más pobres y los Estados menos desarrollados, quienes pagarán la cuenta más cara por lo que contaminan otros.
“Con respecto al cambio climático lo más probable es que Trump diga algunas cosas más o menos en contra, pero la realidad es que nadie esperaba que ese acuerdo de París se cumpliera. Ese acuerdo establece pautas voluntarias que los países alguna vez van a intentar, ver si pueden, etc. Es un compromiso muy laxo que fue muy sobredimensionado por la política y por la prensa. De modo que cuando Trump dice “esto es mentira”, bueno, hará algunas cositas pero no creo que sea sustancialmente distinto de lo que iba a hacer Obama”, afirma Antonio Brailovsky, economista y profesor especializado en historia ambiental argentina, desde un posición escéptica respecto al cumplimiento efectivo de las metas del Acuerdo de París.
Con una mirada más optimista Cali Villalonga, el diputado nacional que condujo la delegación argentina que firmó el acuerdo el año pasado, asegura que lo acordado en París es histórico.
“Las cosas sucedieron a lo largo de este año como uno podría haberlo soñado. En menos de un año el Acuerdo está en vigencia y es legalmente vinculante. Como ejemplo, el Protocolo de Kyoto demoró unos 8 años en entrar en vigor. Esto nos habla de dos cosas: por un lado, el sentido de urgencia que hoy impera en la comunidad internacional alrededor de la agenda climática, producto del aceleramiento de los peores diagnósticos en cuanto a evolución de las temperaturas globales y, por otro, la enorme voluntad política que parece finalmente expresarse en los principales líderes políticos a nivel global.”, destacó Villalonga poco antes de conocerse la victoria del magnete. La certeza sobre este último punto, nada menos, es la que acaba de poner en jaque el triunfo de Trump.