- Sólo 66 países han ratificado la Enmienda de Doha, segundo período del Protocolo de Kioto (2013 -2020) que aún no ha entrado en vigor.
- La Enmienda de Doha sólo alcanza a un puñado de países que representan el 15% de las emisiones globales.
- Pese a ser insuficiente, la Enmienda de Doha al Protocolo de Kioto es el único plan vinculante que fuerza a los países industrializados a cumplir metas de mitigación en el período pre-2020.
- Hoy la realidad de Doha contrasta con el entusiasmo inicial de París.
- La temperatura media en los primeros seis meses de 2016 ya superó en 1,3 °C los niveles de la era preindustrial.
Por María Eugenia Testa
El pasado 18 de julio recordamos la existencia de la aún no vigente Enmienda de Doha al Protocolo de Kioto debido a que Italia depositó su ratificación, convirtiéndose así en la sexagésima sexta Parte en hacerlo. A más de tres años del inicio del segundo período de Kioto, sólo el 45 por ciento de los países han ratificado la enmienda que debía regir para 2013-2020[1].
La demora en su entrada en vigor y la poca prensa de Doha contrastan con el entusiasmo inicial que despertó el Acuerdo de París a principio de este año. El viernes 22 de abril, un aluvión de 174 países firmó en Nueva York el nuevo acuerdo por el clima, lo que significó un paso altamente simbólico ante lo alcanzado en la COP21 realizada en París en diciembre pasado. El acuerdo, diseñado para el período 2020-2030, entrará en vigor 30 días después de que 55 países que representen al menos el 55 por ciento de las emisiones globales hayan depositado sus instrumentos de ratificación. A menos de tres meses de la apertura a la firma 19 países ya lo han ratificado[2], aunque éstos representan sólo el 0,18 por ciento de las emisiones globales.
Por su parte, la Enmienda de Doha fue adoptada por la Conferencia de las Partes el 8 de diciembre de 2012 en la COP18. De los 66 países que la han ratificado, casi la totalidad no están alcanzados por el acuerdo. Es decir, no tienen objetivos de reducción de emisiones. De acuerdo al texto, este acuerdo entrará en vigor a los 90 días de que las tres cuartas Partes en el Protocolo de Kioto hayan depositado sus instrumentos de ratificación[3]. Con base en el número actual de las Partes (192), la enmienda será válida luego de que el Depositario reciba 144 instrumentos de aceptación. A menos de 4 años para la finalización del segundo período de compromiso, aún falta la ratificación del 55 por ciento de las Partes para que entre en vigor.

Por otro lado, dado que los Estados Unidos no ratificaron el Protocolo de Kioto, que Canadá se retiró antes del final de primer periodo de compromiso, que Rusia y Japón no participan en el segundo periodo y que China, Brasil e India no están alcanzadas por Kioto, la enmienda sólo se aplica a alrededor del 15 por ciento de las emisiones mundiales. Es decir, obliga básicamente a la Unión Europea, Noruega, Australia y Nueva Zelanda[4] a reducir sus emisiones.
Si bien el segundo período del Protocolo de Kioto es más que insuficiente, hoy es el único plan vinculante que fuerza a los países industrializados a realizar los esfuerzos iniciales y principales en materia de mitigación antes del 2020. En diciembre pasado en París, los gobiernos acordaron mantener el incremento de la temperatura media mundial por debajo de 2 ºC con respecto a los niveles preindustriales y redoblar los esfuerzos para limitarlo a 1,5 ºC. Pero la temperatura media en los primeros seis meses de 2016 ya superó en 1,3 °C los niveles de la era preindustrial, según la NASA.
De acuerdo a la Organización Meteorológica Mundial, en 2016 todos los meses se batieron récords de calor. En su mayoría, las temperaturas mundiales de la superficie terrestre y oceánica fueron más altas o mucho más altas de lo normal. El calor fue intenso en el Ártico, lo que hizo que el inicio de la temporada anual de deshielo fuera muy anticipado.
Salvo algunas voces de gobiernos africanos, los países en desarrollo como Argentina no han reclamado el cumplimiento de la Enmienda de Doha[5] a las Partes obligadas. Como si no se oyeran las advertencias, pareciera haber un pacto implícito de los gobiernos para empezar con los esfuerzos de reducción recién en 2020. Pero los números no cierran. No podemos esperar hasta el 2020. Las temperaturas de 2016 ponen de manifiesto la urgente necesidad de ratificar y aplicar la Enmienda de Doha, el Acuerdo de París y de acelerar la transición a economías bajas en emisiones de carbono, aumentando la inversión en energías renovables y llevando a cero la deforestación.
[1] La Enmienda de Doha realiza tres cambios en el texto del Protocolo de Kioto. Por un lado, incluye un nuevo gas (el trifluoruro de nitrógeno); un procedimiento simplificado para permitir que una Parte ajuste su compromiso mediante el aumento de su ambición durante el periodo de compromiso; y una disposición que ajusta automáticamente el objetivo de una Parte para evitar un aumento de sus emisiones para el periodo 2013-2020 más allá de las emisiones medias registradas los años 2008-2010.
[2] En Argentina, el acuerdo ya fue enviado al Congreso de la Nación para su aprobación –al momento cuenta con media sanción del Senado y espera ser votado en Diputados- para luego poder ser ratificado por el Poder Ejecutivo.
[3] Véase el artículo 20, párrafo 4, y el artículo 21, párrafo 7, del Protocolo de Kioto.
[4] Nueva Zelanda rechazó la extensión del Protocolo de Kioto en 2012 pero en 2015 aceptó la Enmienda de Doha y la ratificó.
[5] Argentina ratificó la Enmienda de Doha al Protocolo de Kioto el 3 de diciembre de 2015.